Voleibol y Psicología

by | Dic 10, 2022 | 0 comments

Gestión de grupos: algunas consideraciones sobre el sector de la mujer.

La gestión de grupo en un equipo femenino es mucho más compleja que la de un equipo masculino. Esto depende de que las chicas no solo sientan la competencia por el lugar en el equipo, tienen una marcada sensibilidad en temas extradeportivos que pueden generar agresividad y rivalidad. Otra peculiaridad de los equipos femeninos radica en que las chicas tienden mucho más que sus compañeros masculinos a llevar sus problemas personales al gimnasio, restando atención y energía psicofísica al trabajo individual y en equipo. Dicho esto, podemos decir que lo único que puede limitar estas actitudes y comportamientos es LA MOTIVACIÓN para jugar y superarse a sí mismo y sus límites.

Una chica bien motivada, aunque no sea excelente desde el punto de vista técnico, logra darle al equipo más de lo que uno podría esperar y también arrastra a sus compañeros en eso. Por eso creo que es muy inteligente no basar el sexteto sólo en las capacidades técnicas y físicas de los atletas sino también prestar mucha atención al aspecto motivacional y prestar atención a los aspectos psicológicos de la gestión del grupo.

Un fenómeno que he encontrado a menudo en los equipos que he seguido es el de los «jugadores gemelos». Es muy fácil notar estas «parejas» ya que suelen calentar juntos y tratan de facilitar los ejercicios haciéndolos menos difíciles o ralentizando el ritmo. Aunque este es un fenómeno muy extendido, creo que es correcto tratar de prevenirlo, tal vez organizando a las niñas en diferentes grupos o parejas. Estos comportamientos son muy desviados: personalmente he visto a jugadores excelentes (también desde el punto de vista del carácter) empeorar mucho tanto a nivel técnico como en términos de enfoque del partido y entrenamiento. Naturalmente, los otros jugadores notan estos comportamientos y, a menudo, el equipo termina dividiéndose en pequeños grupos, cada uno con su propio líder, lo que lleva la situación a la anarquía.

Otra actitud muy extendida que hay que corregir absolutamente es la que se resume en las frases “nunca lo conseguiré”, “para mí es imposible”, “nunca he podido”. Estas frases que suelen escuchar los entrenadores en el gimnasio indican que la persona que las pronuncia trata de QUITAR el obstáculo que tiene delante en lugar de enfrentarse a él intentando superarlo. Los deportistas, por su parte, deben aprender que incluso los ejercicios más difíciles o las peticiones más exigentes del entrenador deben afrontarse con espíritu de lucha y que su trabajo servirá en todo caso de ejemplo para sus compañeros. También es cierto que al intentar y volver a intentar al final se produce de todos modos algún tipo de aprendizaje y esto siempre es un hecho positivo para un atleta.

Otro tema que necesitamos saber es la relación entre el atleta y el error. También en este caso la actitud más natural que podemos observar en el terreno de juego cuando nos encontramos ante un error es la de justificarse atribuyendo la responsabilidad al compañero y no al árbitro oa cualquier otra variable que haya podido influir. ERRARE UMANUM EST.. decían los romanos! Cometer errores es natural, tan natural que incluso los campeones y equipos nacionales más exitosos cometen errores. ¡Lo que hay que hacer después de un error es ENTENDER qué causó el error y estar decidido a no volver a cometerlo! La actitud correcta por parte de los compañeros será animar a los que se han equivocado e incitarlos; en cambio, pesan mucho los compañeros que cometen el error, poniendo más nervioso al atleta y distrayéndolo del próximo balón, son absolutamente negativos. Otra cosa importante es que después de un error tenemos que recuperarnos inmediatamente porque si los compañeros logran arreglarlo y enviarnos el balón a nuestra área dándonos confianza, NO PODEMOS volver a cometer un error.

El papel del entrenador no tiene por qué ser el de un líder autoritario. Los líderes no nacen pero.. se eligen. … ¿en qué manera? Aunque el entrenador debería ser el líder del equipo, en realidad lo es a menudo solo formalmente, ya que el grupo sigue las instrucciones, comentarios y juicios de los líderes informales. Te conviertes en líder ganándote el respeto y la atención del equipo gracias a tu competencia técnica, tu sensibilidad para entender y saber lidiar con las situaciones de las chicas tanto en el gimnasio como en los problemas personales (que, como decía antes, influyen mucho en el rendimiento de los equipos femeninos) y la capacidad de responsabilizarse de las propias decisiones y saber motivarlas. Demasiados entrenadores no pueden justificar sus elecciones y esconderse detrás del «yo mando aquí», pero es solo una excusa que esconde cierta incompetencia o incapacidad o al menos incertidumbre e inseguridad. Un verdadero líder sabe cuestionarse a sí mismo y comprende sus errores. Quien no admite sus errores nunca aprende y pierde el respeto del grupo. En muchos equipos, para que el grupo acepte sus elecciones, los entrenadores deben apoyarse en el jugador líder del equipo que asume así el papel de mediador.

“Equipo empoderado y entrenador”.

En mi opinión, el papel del entrenador debería cambiar, en el sentido de compartir responsablemente las decisiones para dejar el espacio adecuado a las individualidades del equipo y dejar que influyan en él de manera positiva. La tarea principal (además de mejorar el rendimiento físico y técnico del equipo) es motivar adecuadamente a los atletas y lograr que el compromiso deportivo se convierta en una parte importante de su escala de valores personales. Mi propuesta es buscar al deportista que mejor sepa hacerlo en cada fundamental, hacerlo partícipe de nuestra elección y tomarlo como ejemplo a seguir para todos nuestros compañeros: en definitiva, por un lado, darle la placer de nuestra estima y la del grupo, y por otro, responsabilizarlo de transmitir esta capacidad a sus compañeros para que crezcan.

El entrenador suele ser visto en un plano diferente y normalmente más alto que los jugadores. Sin embargo, desde una perspectiva de «equipo empoderado», se mantiene al mismo nivel que los atletas pero con la peculiaridad de un papel diferente: ¡así que deberíamos ver tanto al entrenador como a los acomodadores, jugadores centrales y martillos! Con este “entrenador empoderado”, las niñas deben sentirse libres para discutir abiertamente cualquier problema sin pensar que esto las penalizará.

Un elemento que no debe pasarse por alto si se quiere gestionar el equipo de esta manera es tener que dar una valoración justa del carácter individual de todos los jugadores. El «equipo empoderado» solo es posible si se trata de jugadores decididos y orientados a resultados, ya acostumbrados a trabajar en equipo, a hacer sacrificios y a responsabilizarse de los errores.

Mas consejos.

Otra cosa importante es la consistencia en el comportamiento del entrenador. Los que empiezan la temporada con un estilo autoritario no pueden suavizarse poco a poco sin que algunos jugadores lo aprovechen. Por el contrario, aquellos que empiezan confiando demasiado en las jugadoras no pueden endurecerse a lo largo del año porque eso sería juzgado como un acto hostil por las chicas que siempre han seguido las reglas. En definitiva, hay que tener en cuenta este efecto de «imprinting» que se produce con el primer acercamiento del equipo al entrenador.

También es importante que el entrenador se identifique con sus jugadores a la hora de tomar decisiones importantes en el partido y tenga en cuenta el momento psicológico de las personas y del partido. Por ejemplo, si un jugador ha estado en el banquillo durante mucho tiempo, no puede esperar que entre y resuelva el partido porque necesitará algo de tiempo para adaptarse de todos modos. A veces, incluso los jugadores más fuertes tienen que ser cambiados aunque solo sea para darles un momento de descanso y permitirnos volver a entrar frescos en el momento decisivo.

En mi opinión es un error bautizar a seis jugadores titulares y centrarse solo en estos porque durante el transcurso de la temporada la curva de rendimiento no es constante y en ocasiones insistir en determinadas personas es contraproducente, al mismo tiempo que se le da una oportunidad a un jugador que ha jugado en el banquillo. puede reservarse sorpresas considerables: no es de hecho infrecuente que una jugadora que empezó en el banquillo salte al campo con mucha valentía y ganas de demostrar sus habilidades contagiando a sus compañeras en sentido positivo y mereciendo una reconfirmación.

Juan Lamanna

Fuente: https://www.toscana.federvolley.it

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